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AGRUPACIÓN PARQUISTAS DE CARRIL

Lancha de marisqueo, amarre de yate

Lancha de marisqueo, amarre de yate

La falta de espacio en el puerto de Carril hace que muchos profesionales usen el puerto deportivo de Vilagarcía

Hace casi cuatro años, Xesús Bóveda, mariscador de Carril, se plantó en las oficinas de Portos de Pontevedra y allí se quedó, encerrado. «Mirándoo agora, está claro que non serviu de nada», reflexiona este marinero, que protestaba entonces porque el caos del puerto carrilexo lo dejaba sin amarre en el que atracar su lancha. «Seguimos exactamente igual. Temos a lancha por fóra para poder ir traballar», sentencia.

Su caso no es único. El puerto de Carril es el paradigma de unas instalaciones que se han quedado pequeñas y en las que, además, están instaladas numerosas embarcaciones que no deberían estar allí. ¿Consecuencia? Que embarcaciones de parquistas y rañeiros se ven desprovistas de una plaza en la que amarrar. Portos dice que los huecos no están asignados a nadie, así que quien llega primero debería coger sitio. «Pero iso non é certo. Que veñan os de Portos e intenten meter a súa embarcación nun amarre; xa verás como resulta que aparece alguén que leva atracando aí toda a vida e lla manda quitar. E se non o fai, ao mellor ao día seguinte non a atopa».

  

El problema de saturación no es pequeño: el puerto tiene capacidad para alrededor de medio centenar de barcos, cuando la flota a la que se da servicio es de unos doscientos. Y creciendo, según cuentan desde el sector, que esta semana ha estallado y ha cubierto de pintadas la lonja. De aquellas protestas escritas no quedó ni rastro -se limpiaron en apenas unas horas-, pero el enfado sigue en un puerto en el que muchos profesionales del mar sufren una suerte de copago portuario. Es el caso de los parquistas los que optan por atracar sus lanchas en el puerto deportivo de Vilagarcía, donde pagan una tasa mensual que oscila entre los 79 euros en temporada baja, y los cien de la alta. «Son cartos que a xente está desembolsando sen ter porqué, porque non se lle está dando o servizo debido no seu porto», dice Xesús Bóveda.

  

El patrón mayor de Carril, José Luis Villanueva, conoce bien todos estos problemas. Son tan viejos, que para ellos se han buscado soluciones en numerosas ocasiones. «Dende Portos téñennos dado moi boas palabras, teñen feito moitas promesas, pero nunca se fai nada», dice. Precisamente por eso, las infraestructuras son pequeñas y se encuentran, cada vez, en peores condiciones. La acumulación de embarcaciones hace que algunos marineros atraquen incluso en lugares peligrosos, como bajo la zona de trabajo de la grúa. A los pantalanes le falta tanto mantenimiento que caminar por ellos, especialmente «nestes días de xiada, é moi perigoso». Y hasta los fondos de la dársena están colapsados con lodos y residuos. «Había un plan para dragar, pero non se acometeu. O único que se fixo nese sentido foi darnos autorización a nós para liberar a bocana da dársena, pero executando nós os traballos», dice Villanueva. También existen varias propuestas para intentar mejorar la situación de la flota. En concreto, se plantea reutilizar la dársena vieja, y la vieja rampa, ganando amarres. Si a eso sumase Portos una campaña de revisión de las lanchas atracadas, muchas de las cuales son irregulares, la situación «melloraría moito» en un puerto que lleva ya demasiado tiempo esperando para crecer.

 

Una tasa millonaria que «non ten retorno na lonxa»

Desde el año 2000, la cofradía de Carril ha pagado a Portos, en concepto de la tasa G-4, cerca de dos millones de euros. Y en todo este tiempo, «o retorno que eses cartos tiveron na lonxa foron inexistentes», dice el patrón mayor carrilexo, José Luis Villanueva. Enseguida se corrige. «Hai uns anos fixeron un pequeno engadido, con catro chapas que xa están en moi mal estado».

Asegura el patrón mayor que son muchos los problemas que la cofradía afronta por la precariedad de la sala de subastas. En primer lugar, cita los más palpables. «Dende a confraría facemos todo o posible para xestionar da mellor maneira os recursos que temos, pero non é suficiente», dice. Y se explica. Aunque la cofradía vende el marisco agrupado en grandes lotes para intentar ganar espacio, no es suficiente. «Hai días nos que a xente ten que facer colas de horas na lonxa; as veces bota máis tempo na cola da máquina que no propio parque de cultivo». Eso, obviamente, tiene consecuencias. Entre ellas, que «haxa parquistas que prefiran levar o seu produto a outras lonxas. E non queremos seguir vendo como isto pasa porque a nosa lonxa é inoperativa». Si el berberecho llegase a recuperarse, vaticina el patrón mayor, «teríamos que acabar vendendo na rúa. E o peor é que seguro que ninguén na Administración sentiría vergoña».

 

La falta de espacio se traduce, también, en que exista una capacidad muy reducida de almacenar todo tipo de útiles, lo que hace que la gestión de los recursos se vea entorpecida. Esa situación podría mejorar, dice Villanueva, si se le hubiese dado luz verde a un proyecto para utilizar la planta superior de la lonja -ahora ocupada por una asociación de turismo marinero-.

La estructura presenta, también, otros problemas, como su inadecuación a algunas exigencias sanitarias. Por eso, Villanueva considera que ha llegado la hora de que Portos comience a devolver a Carril parte del dinero que de este puerto recibe. De entrada, asegura que la cofradía se está planteando «deixar de pagar por un servizo que non recibimos». «Non se fan inversións en Carril, e xa estamos fartos desta situación», concluye el patrón mayor.

Fuente: La Voz de Galicia

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