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AGRUPACIÓN PARQUISTAS DE CARRIL

La gestora de Carril atribuye las inspecciones en lonja a un plan para enturbiar las elecciones

Según la presidenta de este órgano, la Xunta le indicó que las continuas visitas de Gardacostas obedecen a denuncias previas

La frecuencia con la que los guardacostas acudieron en las últimas semanas a la lonja de Carril para revisar la talla de las almejas llevó a la presidenta de la gestora de la cofradía, María Jesús González, a pedir una reunión con la secretaria general de Pesca, Mercedes Rodríguez. El encuentro tuvo lugar la semana pasada, cuando se empezó a caldear el ambiente con dos decomisos a causa del tamaño de esta almeja. «Solicité la cita para saber qué estaba pasando, porque había un acoso que no me parecía normal», explica González. Encontró una respuesta que no le sorprendió. «Parece ser que el elevado número de inspecciones se debe a una serie de denuncias», relata sobre la visitas realizadas a la lonja fuera de la hora de la subasta.

Sobre quién puede estar detrás de estas llamadas, González tiene sus sospechas, pero «sin pruebas es mejor no decir nada». De los avisos a los guardacostas, desde la Consellería do Mar se limitan a decir que los agentes «fan o seu traballo». Por su parte, Rodríguez considera que, detrás de estos avisos, hay un complot contra las personas que están llevando la cofradía en este momento, hasta la celebración de elecciones.

«Nunca hubo tan buen marisco como ahora», asegura la presidenta de la gestora. Los problemas ocasionados por el largo de algunas de las almejas catalogadas de tipo tres por la criba son, para ella, fáciles de solucionar. La clave la encuentra en la «experiencia y en las ganas de trabajar». «Cuando llevas años trabajando ves perfectamente si una caja da la talla o no», indica. Sabe bien que las almejas «rapotudas», las que no se desarrollan hasta los 35 milímetros estipulados por mucho tiempo que pasen en el vivero, logran pasar por la criba gracias a su forma redondeada pero recalca que «eso pasa desde siempre y nunca hubo problemas».

Lo que no tiene sentido, apunta Rodríguez, es que «sean las propias mariscadoras las que tengan que ponerse a medir las almejas una a una con el calibre». Esta situación ya se ha producido en los últimos días y es algo que «no debe ser así». Insiste en que la solución es seguir haciendo las cosas como hasta ahora: «Siempre puede escapar alguna rapotuda pero basta con remover un poco la caja para saber si dan la talla». Mientras tanto, el miedo al decomiso sigue caldeando los ánimos.

Fuente:La Voz de Galicia

 

 

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