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AGRUPACIÓN PARQUISTAS DE CARRIL

Furtivismo, propio y ajeno. Seguimos

España está configurada como el mercado europeo más importante de almejas y berberechos y también como un importador neto. A finales de la década de los noventa, el consumo anual se cifraba en 30.000 toneladas mientras la producción propia ascendía solo a 12.000. La cultura del carbonato cálcico en España, con el marisco como producto de lujo, se consolida a partir de los años setenta, cuando primero las almejas y más tarde los berberechos alcanzan precios unas diez veces superiores a los de la carne de ternera. Esta expansión de la demanda tuvo dos consecuencias, por una parte la creciente necesidad de importaciones y, por otra, afianzar un mercado furtivo.

 

Según un interesante, y único, estudio de la Xunta de Galicia en el 2008, A actividade das depuradoras de moluscos en Galicia, 2004, 2005, 2006, son estas empresas gallegas las que canalizan la importación de bivalvos frescos. En tres años comercializaron 27.000 toneladas de almeja y berberecho. De ellas, unas 12.000 eran importadas: la almeja japonesa, de Italia (70 %); la almeja babosa y el berberecho, sobre todo de Portugal (más del 80 %); mientras, en el caso de la almeja fina, la importación estuvo más repartida, incluyendo un proveedor con la tradición de Túnez en el marisqueo gallego.

 

Como evidencian los profesores Giráldez y Fernández en su trabajo Mercado español, almeja gallega, la hegemonía de los intercambios entre Italia (almeja) y Galicia (mejillón), decae con la crisis, y se incrementa la presencia de las producciones procedentes de Portugal. Y también del Reino Unido. Las importaciones de almeja babosa, japónica y berberecho, efectuadas a precios muy bajos, afectan directamente a los productores gallegos, a lo que es necesario añadir que, ya desde el 2012, el Seprona documenta un comercio ilegal de bivalvos desde Portugal, ese que hoy investigan los propios portugueses.

                 Uxío Labarta               

Fuenter: La Voz de Galicia

 

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