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AGRUPACIÓN PARQUISTAS DE CARRIL

El abandono afea el corazón turístico de Vilagarcía

El abandono afea el corazón turístico de Vilagarcía

En la línea de costa de Carril, junto al mirador en el que muchos paran a ver Cortegada, la maleza y todo tipo de residuos reciben al visitante

Carril es una parada obligatoria para quienes acuden a visitar Vilagarcía. El encanto de la una villa marinera se mezcla aquí con la promesa verde de Cortegada, con el señorío de la balaustrada blanca que acompaña a la carretera, con los parques en los que crece la almeja más famosa del mundo. Carril bien vale una parada, y muchos turistas la inician a medio camino de la cuesta de A Rosa, donde un mirador ofrece una magnífica vista sobre la isla del Parque Nacional das Illas Atlánticas. Si el turista para su coche, se hace una foto con Cortegada al fondo y vuelve a embarcar en su vehículo, fantástico. Pero bastará que mire un poco a su alrededor para descubrir las vergüenzas que afloran por doquier.

Bajando la pequeña rampa que conduce a las ruinas de la conservera Malveiras, un espectáculo poco edificante sorprende al caminante. Por un lado, la zona donde deberían atracar las embarcaciones de los parquistas está destrozada y rodeada de conchas y otros residuos de laboreo, acumulados durante años y años. Esqueletos de viejas embarcaciones a medio pudrir se dejan entrever aquí y allá. Algunas quedan tapadas, cuando la marea está llena, por un manto de agua que parece capaz de curarlo todo, pero otras son una herida abierta y constante en el paisaje, entremezcladas con las hierbas que crecen salvajes.

Junto a la vieja conservera, varias lanchas han pasado a mejor vida: alguien les ha puesto fuego, reduciéndolas a una huella de cenizas que nadie se ha decidido a recoger.

Si se sigue el camino junto al mar que transita entre la vieja conservera y las oficinas de la Xunta, la maleza cobra protagonismo. Zarzas cargadas de moras y todo tipo de hierbas de San Xoán crecen a diestro y siniestro logrando, en ocasiones, dificultar la vista del mar que está allí al lado. Al llegar al final de ese recorrido, el rastro humano vuelve a la superficie. Latas de refresco y botellas recuerdan al caminante que la llamada civilización está cerca.

Alrededor de la vieja fábrica de Malveiras, hay viejas barcas, ruedas, latas...

Un problema que alcanza incluso al casco urbano carrilexo

Es cierto que ayer hubo «moita marea», y que el agua suele disimular con gran eficacia muchas de las imágenes que acompañaron a quienes visitaron ayer Carril. Pero la realidad, por mucho que se esconda bajo una gruesa capa de agua, es la que es. Cuando baja la marea, los problemas asaltan el mismísimo corazón de Carril. La dársena vieja, que se ve desde la carretera, se presenta entonces como un rincón abandonado y triste en el que muchos barcos se pudren sin que nadie les preste mayor atención.

Hace unos años, Portos realizó con un equipo de buceadores una jornada de limpieza de la dársena carrilexa. Se sacaron bastantes residuos del fondo. Pero no hace falta siquiera sumergirse para saber que aún queda mucho trabajo que hacer si se quiere dejar en perfecto estado una zona emblemática de Vilagarcía.

Fuente:La Voz de Galicia


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