Si por algo se ha hecho famoso Carril es por sus almejas. Ellas han dado renombre a este enclave vilagarciano y lo han convertido en sinónimo de tierra de buen marisco. Ayer, en la lonja, las capturas del día hablaban por sí mismas, y las cajas repletas de piezas de gran tamaño llamaban la atención de un puñado de turistas que se preguntaban «a cuánto venderán esto». La respuesta a semejante cuestión no es sencilla: depende de la época, de las capturas del día y de la oferta del resto de puertos. Este año, el precio medio de la babosa ronda los ocho euros, dos menos que el año pasado.
Los turistas que ayer asomaban curiosos a la lonja no echaron de menos nada. Sin embargo, en Carril hace ya tres meses que notan la ausencia del berberecho. El hermano pequeño de la almeja, el marisco humilde que tantas veces pasa desapercibido, es una columna maestra de la subasta carrilexa. Lo asegura Moisés Campos, el responsable de la lonja. «Los precios de la almeja no están siendo muy buenos. Pero aquí, habiendo berberecho, la gente iba compensando», argumenta. Pero la última «buena subasta» de este bivalvo fue en el mes de mayo. Desde entonces, no han pasado por lonja más que cantidades simbólicas de este marisco.
De nuevo, las estadísticas oficiales le dan la razón. Este año, en los meses de junio, julio y agosto, en la lonja de Carril se subastaron 3.103 kilos de este molusco. La cantidad se antoja ridícula si se compara con la del año pasado, cuando en el mismo período se vendieron 112.078 kilogramos. Este verano, los ingresos a cuenta del berberecho fueron de 23.123 euros. El pasado, superaron el medio millón.
Pero el año pasado, es preciso reconocerlo, fue un año especialmente brillante para la lonja de Carril, por eso la caída está resultando tan dura ahora. Aún así, la escasez de estos últimos meses en toda la ría de Arousa no es normal. En absoluto. «A la gente se la ve muy preocupada, muy desanimada», dice Moisés.
El patrón mayor, Fernando Franco, ratifica esa sensación de pesadumbre generalizada. Esta tiene una explicación lógica: los parquistas han encontrado históricamente en el berberecho una fuente de ingresos que les ayudaba a equilibrar su cuenta de explotación. Producir almeja, al fin y al cabo, exige comprar semilla, y el berberecho cría naturalmente. «Todo son ganancias». Y sin ellas, y con el precio del marisco por los suelos, el horizonte se presenta muy negro.
Fuente: La Voz de Galicia
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