Los parquistas piden que Carril sea declarado zona de interés cultural, etnográfico y socioeconómico
Trasladarán la propuesta a la mesa de turismo creada la pasada semana
Carril tiene un aquel especial. No es el color, es otra cosa. Es Cortegada deitada no mar, es el abrazo de la ría y el Ulla, y son los parques en los que crece la almeja más famosa del mundo. Carril bien merece, dicen quienes trabajan esos viveros, un reconocimiento a todas esas singularidades. «Falamos dunha zona que debería ser catalogada como de interese cultural, tradicional, gastronómico e turístico», explica José Luis Villanueva, el presidente de la agrupación de parquistas. Ese planteamiento será formulado por escrito y trasladado a la mesa de turismo local que se constituyó la pasada semana en el Pazo de Rubiáns. «Imos poñer a idea enriba da mesa», argumenta Villanueva. Y a ver si alguien recoge el guante.
«Nós temos claro que estamos nunha ubicación especial, que precisa dunha protección especial», dice Villanueva. Pero no solo hay que cuidar el paisaje: también es preciso proteger «unha actividade centenaria», la del cultivo de almeja, «que foi e segue a ser un importante motor económico da zona». Y ese sector también merece ciertas atenciones.
Dicen los parquistas que no piden nada que no se pueda dar, que no reclaman nada que no caiga de cajón. Y es que es de pura lógica, apunta Villanueva, lograr el saneamiento integral de toda la zona, acabar con los vertidos y lograr mejorar la calidad de las aguas en las que crecen las almejas y en las que, también, aspiramos a que se bañen los turistas y veraneantes.
Una vez saneado lo que no se ve, habrá muchas otras cuestiones de las de que hablar. Muchos caminos para explorar y lograr poner en valor las características paisajísticas, culturales, gastronómicas e incluso económicas que han hecho de Carril lo que hoy es. Un rincón con un marcado sabor propio: el de un buen plato de almejas a la marinera.
Una guerra sin cuartel en nombre de la almeja carrilexa
Los parquistas y la Xunta llevan dos años de enfrentamientos. La declaración de guerra se produjo en agosto del 2011, cuando la conselleira Rosa Quintana anunció en plena Festa da Ameixa su intención de derogar el decreto de regularización y reordenación de parques y de sustituirlo por uno nuevo. Aquella nueva fue recibida como una bofetada por los anfitriones de un certamen gastronómico del que aún no se sabe si habrá o no edición en el 2013. ¿La razón? De nuevo, las batallas que Mar y sector siguen librando en el mar carrilexo, esta vez a cuenta de la imposición de unas tallas mínimas.
La almeja de los viveros, y en eso coinciden el sector y la Xunta, debe aspirar a ser un producto de calidad. Juan Maneiro, secretario xeral de Mar, considera que cumplir con los tamaños mínimos reforzará esa apuesta y permitirá que el marisco de Carril responda a lo que de él espera el consumidor: piezas grandes, hermosas y sabrosas.
Villanueva, por su parte, también apela a la calidad. Pero asegura que esta no depende tanto del tamaño como de otros factores. Y es que hay almejas, explica, que por mucho tiempo que pasen en el mar no lograrán alcanzar, nunca, la talla demandada. Lo único que harán será envejecer y perder esa textura y ese sabor que tanto gustan. Y correr el peligro de morirse por culpa de una riada.
A la marinera
Nadie duda de que el plato característico de Carril son las almejas a la marinera. Y para preparar este manjar, las piezas que se necesitan «non son as de 38 milímetros», según José Luis Villanueva: gustan piezas más recortadas. Y, como para eso, para el resto de platos. Los mercados están cambiando, también en eso.
Juan Maneiro reconoce esa transformación, pero recuerda que los criterios para fijar las tallas mínimas no son un capricho. En Carril deberán respetarse, como en cualquier otro lugar, y eso permitirá al sector explotar las ventajas que tiene sobre el resto de los productores: «la marca la tienen hecha, solo hay que ofrecer buen producto».
Fuente:La Voz de Galicia
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